Ha pasado un mes de mi participación en el Ironman de Hawai. Debajo dejo adjunto un pequeño resumen que escribí en las redes sociales sobre mi actuación en dicha prueba. Obtuve un resultado discreto, lejos de donde queríamos estar y que no justifica para nada todo el trabajo y camino recorrido hasta allí. No puse la guinda al pastel a una temporada que estaba siendo magnifica. Y con eso me quedo, con el camino recorrido, lo aprendido y lo crecido.
Tras la competición comenzaron unos días de incertidumbre para mí. No teníamos claro cual sería nuestro siguiente paso pensando de cara a la clasificación del año siguiente, dudábamos si seguir compitiendo o dar por finalizada la temporada y esto hacia que no dejáramos de darle vueltas a todas las variantes que teníamos en la cabeza. Después de pensarlo muy mucho, en frio y en caliente decidimos terminar la temporada.
Ahora ya han paso unos días que he descansado y en los que voy activándome poco a poco para ponerme en marcha la semana que viene con una nueva planificación. Los objetivos están claros y así las ideas también se van ordenando. Seguimos…
“El sábado no salió la carrera planeada, ni la carrera entrenada, esa carrera que con tanto esfuerzo y mimo hemos preparado.
La cosa empezó bien, la natación estuvo bien y la bici peleando para estar donde se quería.
A mitad de la bici es cuando algo empezó a ir mal, empecé a flojear y a tener arcadas. Había bebido mucho y muy rápido, mucha coca cola removida y me salía la espuma regurgitada. Intenté comer sólido, desacoplarme del manillar, pero nada. Estaba convencida que al bajarme a correr y ponerme de pie me olvidaría de esta situación, pero mi optimismo acabó rápido. La carrera a pie se convirtió en un calvario, los primeros 12- 15 km por Ali Drive, iba de mal en peor, cada vez tenía más inflado el estómago, me dolía, seguía con arcadas y lo peor es que empezaban a tambalearse las piernas. Claramente me salía de carrera y además dudaba de que en ese estado fuera capaz de llegar a meta sin desplomarme. Sobre el km 12 llegué donde estaban Rober y Ainhoa, me paré, les dije lo que me pasaba, ellos me tranquilizaron y se dieron cuenta de la situación. Mi cuerpo se había colapsado, había dejado de asimilar todo lo que bebía y necesitaba echarlo por algún lado. Me tuve que meter los dedos en la boca para ayudarme vomitar. Tras expulsar una cantidad bárbara de líquido sentí un gran alivio y empecé a correr otra vez. Las sensaciones eran mejores y tenía 30km por delante, pensé que tenía que comer y beber otra vez para recuperarme y volví caer en la misma situación. Otra vez a vomitar y así dos veces hasta que deje de beber y comer. Me mojaba la boca y seguía. Poco a poco fui superando kilómetros por la Queen K con el simple objetivo de avanzar. Me había pasado mucha gente, pero mi guerra era otra ya. Por el km 38 empecé a sudar normal, empecé a encontrarme mejor y fui capaz de correr más rápido. Por un rato me sentí competitiva y apreté hasta la meta los dos últimos kilómetros.
Es una crónica que se queda en detalles desagradables, pero es parte del juego. A veces toca lidiar con la cara amarga. Me gustaría que fuera viernes otra vez, volver atrás y tener otra oportunidad para hacer la carrera que hemos preparado, pero me toca vivir con esto. La oportunidad será el año que viene. Aunque las cosas se complican, la estrategia de clasificación y el sostento económico será la clave para poder volver a estar aquí, yo soy positiva. Me siento como el día antes de la carrera, preparada, fuerte y capaz de hacer una buena carrera aquí.
El destino es caprichoso y te hace pasar buenas y malas situaciones. A mi, me tocó enfrentarme a la peor situación física en la que he estado en la carrera más importante de mi vida.
Volveré, más fuerte si cabe.
#Triathleteuntiltheend “