Empezamos la temporada de una manera bonita; una casa en la montaña, chimenea, una buena mesa y gente con ganas de todo sentada en ella. Ciro, la anfitriona Aintzane, Eva, Rober y yo.
Hemos pasado unos días en la casa de Aintzane en Ansó. El tiempo nos ha acompañado y hemos podido disfrutar de la montaña. Algo que tiene el monte es que te pierdes, te embarras o no llegas donde habías pensado llegar, y aún asi vuelves a casa super contento.
Personalmente nos hemos zurrado bien y la falta de costumbre me ha hecho sufrir mucho de piernas, y bueno, de brazos, cintura y cuello también. El viernes intentamos coronar el Segarra, pero la niebla nos lo impidió y nos dimos la vuelta. En la bajado hubo momentos de apuro ya que nos despistamos y nos metimos en un bosque sin salida. Al final 6 horas de pateo. El sábado, subimos el Petrechema. Espectaculares vistas las que pudimos contemplar.
A las mañanas he pensado que no podría moverme en días, pero es lo que tiene ir en grupo, que lo que toca toca. Así que a desayunar, botas y al lío. A pesar de estar destrozada e ir como Chiquito de la Calzada, he podido picarme un poco y echar unas risas bajando como las cabras y tirándonos por algún trozo de nieve o nevero que había.
Hoy que el día no ha salido tan bueno y teníamos poco rato, lo hemos dedicado a correr y hacer ejercicios de técnica de carrera. La técnica de carrera es muy importante, pero difícil de narices cuando eres la más descordinada del mundo como yo. Muchas risas también hemos hecho.
Los días han terminado sobre la mesa haciendo merienda-cena y hablando de muchas cosas. Entre esas cosas, claro, hemos hablado de la temporada que viene, y viene con ganas.
Un placer haber pasado estos días en Pirineos y en tan buena compañía.
La temporada se da por empezada, y dios mio, estoy destrozadaaaaa.