Tras un año de buenos resultados terminar de esta manera es más de lo que podía imaginar. He preparado bien y con ganas el objetivo, he entrenado a conciencia para hacerlo lo mejor posible, aunque el final del camino los dias previos han sido bastante tensos.
Los días antes quieres tener todo atado y a veces es difícil. Por ejemplo, la ropa con la que iba a competir y se habían equivocado de talla. Menos mal que la fábrica de Inverse estaba muy cerquita de Calella y nos pasamos a recoger la ropa de mi talla. Así tuve la oportunidad de conocer cómo y dónde hacen las equipaciones.
Unos días antes de la carrera le pedí a En3ko a ver si me dejaba una lenticular de cubierta. No me la quería jugar a llevar tubulares y no poder cambiar en caso de pinchazo. La idea no fue del todo mala porque Rober llevó mis ruedas y pinchó en el kilómetro 1, con la mala suerte de que cuando cambió el tubular, rompió la válvula al hincharlo.
A 8 días de la carrera, salí a trotar y noté molestias en la zona de la rodilla izquierda. Era como un espasmo al que no le di mayor importancia, pero el miércoles antes, ya en Calella, me dio un pinchazo en la misma zona que hizo que no pensara en otra cosa mas que en la rodilla. Hielo y más hielo, las compressport todo el día y mucho miedo de haberme lesionado la semana previa. Las molestias seguían incluso andando. ¿Cómo iba a terminar una prueba así? Todo el mundo me decía que estaba fuerte pero yo pensaba para mis adentros que no sabía si iba a poder correr o no. Tenía pensado no correr hasta el día D, pero el día antes amaneció que parecía Durango: lluvia, viento… así que la horita de bici fácil se transformó en 15′ de carrera. Más que nada por dejar tranquilo a Rober. No hubo pinchazos, pero un poco de molestias. Al final fue una buena idea porque vi que las compressport me agarraban bien la zona. Al problema en la rodilla se sumó el de la climatología. El día que hizo el sábado era imposible haber hecho un Ironman. Daban mejoría para el domingo pero a la mañana decían que iba a llover.
Sin quererlo había llegado las 5:30 de la mañana. Desayuno y últimos preparativos. Parecía que no llovía. Fuimos en bici hasta la salida. El día anterior no la pudimos dejar por el temporal. Un poco de charleta con los compañeros del mugarra y se iba acercando la hora. Nos pusimos el neopreno y a calentar un poco.

Como gané el año anterior tenía el dorsal 81, primera chica, así que pude elegir sitio en la salida.

Bocinazo y 3800 metros por delante. Poco a poco fui cogiendo ritmo. La mar estaba muy tranquila y se nadaba bien. Más o menos en los tiempos esperados toqué tierra. 180 kilómetros estaban por delante. Comencé a un ritmo bastante tranquilo. El miedo y la incertidumbre estaban presentes. Miedo a pasarme y pagarlo en la maratón. En Malgrat, primer giro de 180º decido subir el ritmo. Voy concentrada (comiendo) y bebiendo. El sol sale de entre las nubes y el día es perfecto. Me quedo mosqueada porque no le he visto a Rober, pero igual se me había pasado. Cuando llego de nuevo a Calella me cantan tiempos, pero yo tengo otra cosa en mente, que es como va Rober. Me dicen o entiendo que el 15 y que Itsaso a 1′. Yo sigo a lo mío y van pasando los kilómetros. No le veo y me doy cuenta de la que va la 15 soy yo, han esquivado el tema. No sabía lo que le habría pasado pero algo seguro que sí. Tampoco le encontraba en el arcén. O se me había vuelto a pasar o le había pasado algo en el agua. Había muchos kilómetros para pensar. En la segunda vuelta veo a Rober y me dice lo del pinchazo. Casi me quedo hasta tranquila, pero me entra una tristeza… Me canta 4′ con Itsaso y 6′ con Ruth. Me concentro en la posición y en comer. Toca empezar a comer sólido, me había preparado un sandwich bien comprimido para que ocupara poco y fue una idea malísima. El primer mordisco tuve que escupir o me ahogaba. Pero había que coméserlo. En bici tenía que comer todo lo pensado, así que a bajar el ritmo, refrescarse la boca y a poquitos para dentro. Pasan los kilómetros y ya voy más cómoda acoplada que sin acoplarme. Último giro y 20 kilómetros para la transición.

T2, me calzo las zapatillas y a correr. Debido a las molestias de la rodilla había decidido correr con zapatillas mixtas, las K ona. Creo que fue una gran decisión. Comienzo a un ritmo «cómodo» y sin forzar mucho las piernas para no forzar la zona que me había dado problemas y muy concentrada. Noto como que tengo sueño, imagino que sería algo cervical después de bajar de la bici. Me vuelven a cantar tiempos y las diferencias van aumentando. Voy detrás de Nicole Leder. Me dice Rober que es buena corredora así que le tomo como referencia. Me acuerdo de los vídeos de Hawai que ponemos haciendo rodillo y que van corriendo codo con codo en plan McCormack y Alexander. jajaja lo que hace el cansancio. Pasan los kilómetros y ahora sí que empieza el Ironman. Los pensamientos dan vueltas en mi cabeza, uno el objetivo es siempre ir guardando para llegar dignamente y otro el mantener la posicion de lider que llevaba , cosas un poco contrarias. Empieza a doler todo. Intento mantener el ritmo, paso a Nicole y a 2 o 3 más. Kilómetro 21 y 9′ de diferencia.

Al paso por encima de una alfombra doblada me tropiezo y me voy al suelo. Me hago una herida en la rodilla y me mancho de barro pero hay que seguir. Le digo a Rober que voy agobiada y que me duele todo. Sigo para delante, como, bebo e intento limpiarme las manos un poco. Me voy acercando a la última vuelta y las diferencias son de 15′ pero empiezo a dudar de mi, pienso que mis rivales son unas tías muy duras y que yo si me paso no voy a poder acabar, el miedo ese de no saber hasta cuando vas a aguantar me estaba machacando. La incertidumbre de lo me esperaba no me dejaba disfrutar. Habia que empezar a pensar en positivo, concentrarme en mi cuerpo, levantar los pies porque si había empezado con zancada corta ya iba casi arrastrandolos y chocandolos.
Última vuelta, sé perfectamente lo que me queda ida y vuelta al recorrido de 10 ,5 km. La vuelta la veo pero la ida me da pánico. Al pasar por contra meta vi el reloj, lo estaba haciendo muy bien pero aún quedaba lo más duro. Llego hasta donde están Rober, Iker y Sandra y le digo a Rober que me vaya a esperar a la otra punta que igual no llego. El me anima me dice que sí, que sufra un poco más que estoy haciendo un carrerón y que si sigo así voy a bajar de 10 horas. Empiezo a ser consciente que ya estoy acabando, que estoy en ese momento del que tanto me han hablado y estoy luchando contra ello, la incertidumbre se acaba solo queda sufrir. Entonces empiezo a disfrtutar. Rober se pone a mi lado a darme ánimos . A esas alturas no controlaba las emociones asi que me pongo a llorar y grito de vez en cuando para aliviar presión. No sabia fijo el tiempo que llevaba en carrera pero Rober me dice que bajo de 10 horas. Le digo que igual ando un poco, que voy fatal, y me dice que sufra. Paso a Bella Bayliss que está tumbada en la acera. Yo sigo gritando y haciendo ruidos raros.
Voy completamente descontrolada emocionalmente. Veo que me duele todo y estoy sufriendo pero que tengo el campeonato en el bolsillo y que puedo bajar de 10 horas.
Me voy acercando a meta. Mucha gente y mucho público. Ya veo la cinta de meta. Siento muchas emociones, y sobre todo alivio al cruzar la meta. 9h51’38». Un premio a la temporada y al trabajo de todo un verano entrenando duro.

El Ironman me ha parecido una prueba durísima, nunca había visto uno salvo en la tele. Una lucha constante contigo mismo. Ahora mismo me ha dejado rota, pero espero volver a la distancia el año que viene. Imagino que el próximo ironman iré con respeto pero no con la incertidumbre esa que me agobió casi hasta el final.
Quería agradecer primero a todos mis colaboradores y sponsors, sin ellos todo lo conseguido esta temporada hubiera sido imposible. A mi equipo, el mugarra triatloi taldea por el esfuerzo que han hecho en apoyarme. A mis amistades y familiares. A mis cuñados Sandra e Iker por ser los suporters number one que nos acompañan a todas las carreras, que se han pegado un pedazo de viaje, aguantar el mal tiempo que ha hecho y encima estando embarazada. A las grupetas de Vitoria, en especial a Pedro Oviedo e Iban Rodriguez por sus sabios consejos en distancia Ironman. A todos los que creen en mi y valoran lo que hago. A mi entrenador Ciro Tobar y sobre todo a Rober. He compartido con él este objetivo, hemos entrenado mano a mano y tengo mucha pena por lo que yo he conseguido y él ni siquiera lo ha hecho. Es el que más me ha ayudado y el que más confía en mi. Le doy las gracias y solo espero que las cosas le empiecen a ir mejor. Ánimo Rober y muchas gracias por todo.